Suele ser bastante efímero, por lo que si queremos aprovecharlo deberemos estar preparados en la localización elegida y con la cámara en la mano (o sobre un trípode) cuando el sol se ponga en el horizonte.
En lugares llanos (como en la foto de portada), tendremos gran parte de la franja del horizonte teñida de un degradado de púrpura a azul, mientras que en zonas de montaña (fotos de abajo) veremos esa última luz iluminando las cimas después de ponerse el sol.
Llevaba mucho tiempo intentando fotografiar con esas condiciones unas pequeñas lagunas estacionales que existen en Zamora cerca de mi pueblo, pero siempre que me acercaba ese momento especial nunca llegaba. Además, muchos años ni siquiera llegan a llenarse, por lo que es todavía mucho más complicado. Este invierno no paro de llover y tocaba volver a intentarlo. Dos días en principio completamente depejados eran mi ventana de buen tiempo, y a a la segunda llegó la vencida...
En cuanto a la composición, no quería hacer simplemente el típico reflejo con el horizonte centrado, pero tampoco había nada lo suficientemente interesante para que me sirviera de primer plano, así que decidí incluir en la parte inferior la orilla de la laguna como ese primer plano que buscaba y que confiere a la foto más sensación de profundidad.
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